¿Quién dice que el verano no es buena época para hacer rituales? De hecho, es el mejor momento del año para hacer algún que otro “trabajito” en nuestro favor, reforzar los que hemos hecho, o bien preparar el terreno para aquello que queremos conseguir en la nueva etapa que puede abrirse a partir de septiembre.
Pero claro, el calor, el tedio, la relajación… En muchos casos hace que perdamos el terreno que hemos ganado, o bien nos resta concentración sobre nuestros objetivos soñados. Y es en ese momento en el que perdemos gran parte de la batalla hacia nuestro futuro. Normalmente, el verano es un momento donde lo que hemos hecho en cuanto al manejo de energías sutiles se refiere, lo perdemos.
Por lo tanto, los que de verdad saben de Alta Magia, de antiguos rituales y procedimientos, saben que estos rituales no son sólo una fórmula mágica que se recita alrededor de un puñado de ingredientes o elementos de los cuales se van a extraer las energías que necesitamos. En cada época del año, y como refuerzo, hay que hacer algo si queremos continuar en la senda de nuestros deseos.
Hay muchos tipos de rituales: tanto grandes procedimientos para aprovechar que tenemos más tiempo en verano, y podemos hacer los más complicados y que hemos dejado al margen durante el resto del año por falta de tiempo, hasta los pequeños pero importantes para que la energía ya movida y generada, no pierda su intensidad y dirección.
Y en este verano vamos a mostraros muchos de esos rituales. De momento, hoy vamos a empezar por lo más importante. Veréis: En verano es el momento del año donde más en contacto estamos con las energías de otras personas. Este año, con esto del Covid-19 ese contacto es menor, pero cuando sucede, es más intenso en emociones y, por tanto, en energías que desprendemos. Muchas veces, dichas energías no son muy propicias, y por eso en esta época es donde más problemas podemos tener para contener las emociones que, en algunos casos, nos han “contagiado” pero no podemos retenerlas y a veces, la liamos sin quererlo “chocando” contra quienes no queremos chocar.
Pero no vayamos corriendo a bañarnos con agua de mar para limpiarnos, porque es un error bastante extendido. No, no hay que limpiarse con agua salada y, para colmo, cargada de todo lo que los ríos (y lo que no son los ríos) han ido recogiendo en su camino para depositarlo allí. Si está veraneando en un lugar cercano al nacimiento de un río, es el lugar ideal. Si no, hay otras fórmulas. Para las mejores, vamos a necesitar agua mineral natural. Y antes que os preguntéis: no es necesario hacerlo un día concreto para respetar así los influjos astrológicos, porque se trata de limpiar, no de adquirir más energía. Ya el aura se repondrá de forma natural.
En ella (da igual la cantidad, mientras sea suficiente para mojarnos todo el cuerpo), vamos a dejar macerar una serie de plantas (ruda no que es urticante): un poco de romero, laurel, vinagre (unas gotas, tampoco mucho), e introduciremos dos gemas: un cuarzo blanco y una turmalina negra. Tanto si es botella o garrafa (con 5 litros será suficiente), dejaremos reposar esta fórmula al menos 7 días. Luego, sacamos todos los ingredientes (colamos mejor) incluyendo las gemas, que las dejaremos guardadas por si queremos repetir este baño de descarga improvisado. Luego de ducharnos con nuestro gel habitual y enjuagarnos, nos mojaremos todo el cuerpo con ese preparado, desde la cabeza a los pies, dejando caer el agua preparada. Luego nos enjuagamos de nuevo.
Ese baño lo podemos hacer (salvo que tengamos alguna alergia cutánea a alguno de sus ingredientes) tantas veces como queramos o necesitemos, sobre todo, en momentos donde no nos encontremos emocionalmente bien. No cambia nuestras emociones, pero limpia las que hayamos podido “captar” de otras personas u objetos sospechosos.
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